miércoles, 16 de septiembre de 2015

Setenta veces siete


Siete décadas se cumplen de la última vez que Estudiantes quedó en desventaja en el historial del clásico en el profesionalismo. Lo emparejó en 12 plenos por bando en agosto del ’45, con goleada en el Bosque, y nunca más fue superado.

Situación y contexto I: terminaba la primera rueda del campeonato oficial de 1939, de irregular presente para ambos equipos, Gimnasia se quedaba con el clásico en 57 y 1 y alcanzaba la que sería la máxima ventaja de siempre sobre Estudiantes: le sacaba 7 de diferencia, con 11 triunfos y 4 derrotas. Desde el ‘31, con su primer pleno en cancha tras quince años y aquel partido inaugural del gol en contra de Pastor en el ’16, el Lobo había empezado a revertir una paternidad adversa por donde se la mire, estirando en esa década su mejor serie en clásicos, estando al frente durante doce años.
Situación y contexto II: la revancha en aquel torneo de recambios y transición para Estudiantes, entre el recuerdo de Los Profesores y los equipazos de los ’40, marcó el principio del fin: el 3-1 del Pincha en el Bosque (dos de Laferrara, uno de Cirico y un penal atajado de Ogando a Montañez) abrió una racha que sólo se replicaría en la Era Verón (del 7-0 de 2006 al 3-1 del Apertura 2008), con cinco victorias al hilo entre 1939 y 1941. Y hubo más: los de Infante, Pelegrina y compañía salieron derrotados del clásico sólo una vez entre el ’39 y el ’48, años en los que Estudiantes revirtió para siempre el historial, sellando diez triunfos en apenas una década; con un imaginario puente a la actualidad: entre el 1-0 con grito de Calderón en la despedida de 57 y 1 en 2005, hasta el reciente 3-1 como visitante, el Pincha suma 12 triunfos (uno por Sudamericana 2014) y una derrota también en una década. Cualquier similitud no es simple coincidencia: historia, de ayer y hoy.
Situación y contexto III: mientras Estudiantes daba el primer campanazo de la década del ’40 después de aquella era dorada de Los Profesores de podios varios pero sin corona, con un tercer puesto en el torneo del ’44 y la conquista de la Copa Escobar, Gimnasia llegaba de la B con el objetivo, único, de mantenerse en Primera en aquel ’45. Las diferencias mostraron credenciales de sobra en la cancha, en una temporada prodigiosa en historia para Estudiantes. Gagliardo, Negri, Infante, Arbios y Pelegrina, marcaron el pulso de una etapa a la que sólo la faltó la estrella para coronarla, en épocas donde los partidos se definían contra rivales que jugaban con once y siempre alguno más de negro…
Los clásicos del ’45 pusieron primera con los choques eliminatorios de abril y mayo por la Copa Competencia (3-3 en cancha de Racing y 2-1 a favor el desempate en el Bosque), serie que le permitiría a Estudiantes clasificarse a esa Copa República luego ganada a Boca en el primer y legendario desempate contra el Xeneixe. El 12 de agosto se jugó el primer clásico por el campeonato regular, en el epílogo de la primera rueda. Ese 4-2 ganado con suficiencia en el Bosque, emparejó el historial del profesionalismo en 12 triunfos por equipo. Sólo cuatro meses después, en la revancha de la segunda rueda que le ponía la tapa al torneo, Estudiantes sostendría en relieve la realidad de unos y otros: le ganó otra vez, 3-1, en cancha de Lanús, pasó al frente en el historial y coronó un año inolvidable mandando al descenso a Gimnasia… y con el hándicap de localía “neutral” por tener la cancha suspendida. Único.
Situación y contexto IV: la paternidad que en este agosto torea 70 velas, tuvo picos de igualdad en diferentes pasajes. En la década del ’50, Gimnasia empardó el choque en tres temporadas, pero perdió siempre el definitorio y siguiente partido: 1955, 1957 y 1958. Tras la efímera “primavera”, Estudiantes estiraría el historial hasta alcanzar la máxima de 7 partidos de diferencia en el ’85 (38 a 31), con el gol de Ponce en el clásico 100 del profesionalismo. El Lobo volvió a emparejar el duelo entre fines de los ’80 y la olvidable década del ’90, en la peor serie sin victorias del Pincha contra su rival de siempre, y tuvo otras tres chances de pasar al frente… Pero replicó aquel cuento de los ’50. Las tres fueron celebraciones del León para, así, poder mantener el orden histórico: en 2001 (2-1 con goles de Farías y Galetti), 2003 (1-0, con Bilardo en el banco y firulete de Sosita) y 2005, en la despedida de 57 y 1, de la que este mes se cumplen exactamente diez años, cuando empezó la inimaginable racha a favor que mantiene latentes aquellos goles de Oroz y Pelegrina del ’45, esa tarde que aún resuena hoy, en 2015, en el umbral del centenario del clásico, con 55 triunfos, 45 caídas y los diez de distancia actuales entre Pinchas y Triperos.

* Publicado en el número de agosto de Revista Animals!.