viernes, 27 de marzo de 2015

La Vela P

El hilo va de punta a la frase del Indio: "Tarde en la noche, Plaza Constitución, sangre rancia de Tramontina rajeador". El disco tenía tres años y algo y conservaba cierta actualidad.
Con el tarareo insistente sostuvimos el trayecto que quedaba hasta Cemento, después de bajar del Roca. Cruzamos en diagonal, buscando la punta oeste. Morfamos seguro algún cuarto en un Ugi's de la zona.
A la ronda de previa en la plaza de la canción se sumó un flaquito de por ahí que invitamos por inercia de estímulo nocturno (Diego es el que tiene memoria), La jarra pasaba y venía y fue fiel hasta la puerta del sucucho. La llenamos en un kiosco, más de una vez, unas cuantas cuadras antes. En el tanteo de juntas, me falta la ficha del amigo de la casa, el Vinicius siempre atento a los extremos que se me pierde en el goteo de muecas.
Nos estusiasmaba la frase. Así la hora y pico de La Plata hasta Constitución; sería por la osadía de saber que había que cruzar por obligación el acantilado que está frente a la Estación, sólo por las ganas de ver a una banda uruguaya que conocíamos por un amigo y que, meses después, musicalizaría un intento de programa de radio con la mayoría de los que fuimos esa noche.
Lo resumían como "La Vela P.". Con el DNI del CUIT, recuerdo sacaba la cuenta de los años de rodeo que llevaba Chabán. Pero siempre me quedé en las coincidencias de ciertos números: Cemento era EE.UU. 1234; y el precio de la entrada y la fecha (14 de junio) en simultáneo formaban un 6146 que era igual al número del ticket, si caprichosamente sumábamos los dos números del centro y dividíamos el número final por la cantidad de veces que éste aparecía: 6773.
Todavía faltaban, ese día de Cemento, un par de años para Cromagnon; la noche de jueves que hicimos el último programa del ciclo que musicalizábamos con La Vela P.
Puerca de puerco. 30 del 12 de 2004.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Redimir la historia


El hat-trick de Carrillo saldó la cuenta pendiente contra el Barcelona ecuatoriano, aquel de “La hazaña de La Plata” que hizo hito al quitarle el invicto, en 57 y 1, al tricampeón de América de Zubeldía

El récord se defendía sólo, sin necesidad de alegatos que redundaran lo inobjetable de los números: diez triunfos y un solo empate -contra el Millonarios colombiano en la Copa del ’68- chapeaba de local Estudiantes en sus primeras tres participaciones de Libertadores. Una verdadera fortaleza, donde se había hecho del 95% de los puntos, clave a la hora de enumerar razones para el inédito tricampeonato sudamericano: ninguno lo había logrado, de manera consecutiva, en toda la historia. Independiente, River, Universitario, Palmeiras, Peñarol o Nacional, entre tantos, sucumbieron en 57 y 1 sin contemplaciones.
Campeón del ’70 contra el Carbonero en el Centenario, el Pincha se benefició nuevamente con el ingreso directo en el cuadro semifinal de la Libertadores ‘71. De un lado, el Nacional uruguayo, Palmeiras y la U de Perú; del otro, la Unión Española de Chile y Barcelona de Guayaquil, clasificado después de un 3-0 a su clásico rival, Emelec, en el desempate del Grupo 5.
Es cierto que el invicto pertenecía en exclusiva al máximo trofeo de la CSF. Estudiantes tenía tres antecedentes de derrotas en el Hirschi: el partido de vuelta de la Interamericana ’69, contra los mexicanos del Toluca, y los dos choques por la fase de grupos de la Supercopa de Campeones Intercontinentales de aquel mismo ’69, contra Peñarol y Racing Club. Una copa, al tiempo oficializada por la Confederación, a la que Estudiantes no le puso el ojo suficiente por el escaso calendario en el que se jugó.
Basurco, así son “s”, es el nombre, resonante como desconocido por fuera del mundo fútbol, que quedó en la leyenda del fútbol ecuatoriano con el campanazo del Barcelona, el 29 de abril de 1971, contra el tricampeón de América en su tierra y en su casa. Novato en convocatoria y organización (el profesionalismo apenas contaba quince temporadas), la historia le reservó para siempre un lugar en el podio más alto del fútbol de aquel país hasta la clasificación del Seleccionado de Darío Gómez al Mundial de 2002. Hasta Wikipedia lo incluye en un artículo: “La hazaña de La Plata”, tal la magnitud de aquel 1-0 del ’71 contra los invencibles de Zubeldía.
Juan Manuel Basurco Ulacia, español de origen vasco, combinaba el fútbol amateur con los seminarios y el estudio sacerdocio. Recibido y con vocación tercermundista, se hizo misionero en América Latina. De la parroquia y la invocación católica, sin dejar nunca de practicar el deporte que lo llamaba como principal afición, pasó a la incipiente Primera División profesional, contratado por la LDU de Portoviejo. Sí, como se lee: un cura futbolista en una liga sudamericana. Barcelona le vio cualidades y lo fichó para jugar en la temporada ’71. Una corta carrera y un promisorio currículum: ocho partidos y dos goles; uno de ellos, el que coronó sobre el arco de 55 ese 29 de abril después de una jugada por izquierda con el legendario Alberto Spencer -aún hoy máximo goleador de la Copa, de regreso a Ecuador pos paso victorioso por el Peñarol de los ’60- para transformarse en “el padre de los botines benditos”. Ni siquiera su popularidad en Ecuador por la trascendente conquista amainó la equivocada manera de describir su apellido: para todos, Basurco era, y será, con “z”.
Con la serie a favor de diez triunfos y un empate, sumando la victoria de Estudiantes en el partido de ida, el pleno contra Barcelona en 57 y 1 se descontaba obvio, notorio. La revista El Gráfico, en la previa y con la firma de Ardizzone, arriesgaba el resto: “… Por ahí Barcelona es un equipo de tercera categoría, donde el maestro Spencer está jugando la última parada de su gran carrera goleadora (…) En Guayaquil, resolvieron el partido más que con organización para encararlo; con la seguridad y serenidad del equipo que sabe lo que quiere. Que sabe que en este tipo de confrontaciones no se gana sobrando aunque el rival sea de tercera categoría (…) Ya sé que Barcelona es un equipo de tercera categoría, pero el partido era allá, con las tribunas de Guayaquil y con los 35 grados de Guayaquil”.
Nada de eso sucedió. Aunque la clasificación del equipo que ya dirigía Kistenmacher, a las finales con Nacional, hicieron más rápido que pronto borrón y cuenta nueva de este lado del continente. Estudiantes cerró la semifinal venciendo en ida y vuelta a Unión Española. Después, la historia recordada de Lima y la caída en el desempate con los uruguayos.
No sólo se cuenta la plusmarca de tener, hoy, el mejor porcentaje de puntos en la historia de la Copa entre aquellos clubes que disputaron más de una edición (supera, por escaso margen, a los brasileños Cruzeiro y Santos): la serie favorable con Independiente del Valle y la tripleta de Carrillo con Barcelona, aumentó a 42 las victorias como local, en 53 partidos, con 8 empates y sólo tres caídas, aquella con el Torero ecuatoriano en el ’71, otra con Olimpia en la Libertadores 1984 y la más reciente con Cruzeiro en la edición 2011. Una marca tan envidiable como inigualable, todavía hoy.

* Publicado en el número de marzo de Revista Animals!.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Free


Quizás nunca supe realmente quién era. Y puedo seguir sin saberlo; sí que este jazz libre tocó hace cinco (seis, siete) años en una de las salitas del Teatro Argentino. Y nada de "a sala llena". Poquitos éramos.
Como necesitaban que tuviera calor -dígase la gente lo más cerca posible, nos abrieron la puerta de las primeras filas a todos los de la terraza del tercer piso. Y se escuchó. Mucho más que bien. Privilegios o cosas que pasan. Algo así.
 

viernes, 6 de marzo de 2015

Volver al futuro


Cuatro décadas antes del Mundial de Clubes, el Barsa invitó a Estudiantes a la histórica Gamper de previa de temporada. Campeón del Mundo vigente, los de Zubeldía prepararon la final con el Milan con una maratónica gira que incluyó partidos ante Atlético y el Real Madrid.

Pocos son los clubes del pago propio que pueden imprimir el prestigio de haber jugado la Copa Gamper en el Camp Nou. Y se cuentan con los dedos de una mano: Boca, River, San Lorenzo, Chacarita (aquel de la edición ’71 que tocó su techo eliminando al Bayern Múnich de Beckenbauer en semifinales) y Estudiantes, por si faltara alguna huella en la alfombra roja de la historia.
Finalizado el Metropolitano ’69, con las mieles a flor de piel tras el laureado bicampeonato de América contra el Nacional uruguayo, el Club organizó una extensa gira de preparación – 45 días afuera del país- con la proa en el objetivo de máxima de ese segundo semestre: defender el máximo título de clubes conquistado un año antes en Old Trafford.
La chapa de la victoria en Manchester contra el United y la invitación del Barcelona, fue el amuleto gancho para la CD al mando de Mangano, que dispuso de distintos ofrecimientos para presentarse y jugar amistosos alrededor del mundo: Colombia, Venezuela, Norteamérica, Italia y España. Algunos fueron descartados con el viaje ya comenzado, otros se fueron sumando, acomodándose siempre a los encuentros pautados de antemano en Europa, donde el equipo disputaría cuatro de los trofeos estivales más reconocidos de la península ibérica.
A la Joan Gamper (novata competencia de pretemporada, por aquel entonces, que iba por su cuarta edición) se sumaron los trofeos Fenosa y Festa D’Elig; y la Copa Ramón de Carranza, de la que participaron los dos grandes de Madrid y Palmeiras de Brasil, derrotado por Estudiantes en el desempate del Centenario, para completar el cuadrangular eliminatorio.
La gira empezó el 15 de julio, después de una breve excursión pautada por Brasil para el denominado “Torneo de los Cinco Gigantes”, con una primera escala en Colombia, donde se jugarían más encuentros que los fijados inicialmente, al suspenderse, entre otros, el programado contra la Selección de Venezuela en Caracas.
Un empate ante el combinado colombiano, tres días después de la salida de Ezeiza, fue el inicio del camino que llevaría a Estudiantes nuevamente al Viejo Continente como escala final, ocho meses después de conquistada la Intercontinental en Manchester. La faena en Colombia se completó de manera invicta con otras dos victorias (el 20 y 23 de julio, las dos por 1-0 y con pepas de Rudzki, contra Atlético Nacional y Deportivo Cali) y un empate 0-0, el 31, ante el América.
Suspendida la escala en Canadá, el quinto choque fue el Necaxa mexicano, en Los Ángeles. Un 5-1 que puso blanco sobre negro la real diferencia entre un fútbol y otro hacia finales de los ’60, amén el antecedente de la victoria del Toluca en Argentina en la definición de la Interamericana que el Pincha había hecho propia meses atrás.
“Una nueva versión del fútbol sudamericano: Estudiantes con su sentido práctico”. Así anunció El Mundo Deportivo el arribo del Club a la Gamper, con foto insignia de archivo, tapa de El Gráfico, aquella del abrazo de Zubeldía y el Bocha Flores. Y fueron por más: “Partiendo de cero, el club de la capital de la provincia de Buenos Aires ha llegado a ser ‘grande’ del fútbol mundial. El equipo se prepara intensamente para la disputa de la Copa Intercontinental de Campeones frente al Milan. Y la afición mundial futbolística espera con interés esta nueva confrontación de dos escuelas tan diferentes”. ¿La clave de sus triunfos?, preguntaban los catalanes. “Una conducta ejemplar”.
El Conde Fenosa fue el debut en la escala española, el 17 de agosto, con dos pardas: 1-1 (remate cruzado de Verón entrando al área) contra Celta de Vigo y 0-0 frente al Deportivo, apenas 48 horas después, lo que motivó la queja de Zubeldía: “El calendario favoreció a La Coruña, que descansó un día más”.
Con muchos cambios -rotar y probar jugadores se hizo regla por el apretado calendario- llegó el 23 de agosto y el triunfo contra el Elche, 2-1 (Verón y Conigliaro), que llevó el Fest d’Elx para la sede social de 51. El mismo que hoy se exhibe, junto a tantos otros, en el salón de trofeos donde comenzó a andar el renovado Museo Histórico.
Restaba aún el menú de mayor convocatoria: la llave eliminatoria en el Camp Nou y un eventual partido contra el Barcelona que finalmente no fue por el 2-3 con el Zaragoza en semifinales, goles del Bocha Flores y Rudzki; y el esperado partido contra el Madrid por la eliminatoria de la Ramón de Carranza.
La doble jornada de semifinales de la Gamper se disputó íntegramente el 26 de agosto en cancha del Barsa, con una “perla” de época: en plena dictadura franquista, los equipos salieron al campo con las cuatro banderas de los representantes del torneo, encabezada por otra con los colores y el escudo de la España que hoy Catalunya rechaza. Y se escuchó el himno, claro.
A la sorpresiva derrota del Pincha -a juzgar por la prensa catalana, que incluso marcó como figura al arquero aragonés - le siguió el choque de fondo del Slovan Bratislava con el Barsa, que se tomó revancha de la final perdida, meses antes, en la Recopa de Campeones ante los mismos checos. Apenas un día después se jugó la final, ganada por los locales, y el partido por el tercer y cuarto puesto, en el que Estudiantes volvió a caer, 1-2, frente al Bratislava. Fue insuficiente el transitorio empate marcado otra vez por Flores.
De Barcelona a Cádiz, para jugar a las 72 horas la esperada serie ante el Real Madrid por la Ramón de Carranza. Zubeldía probó con Errea por el Bambi Flores en el arco, que en el segundo choque de la Gamper había ingresado por Poletti. Y Aguirre Suárez y Togneri se metieron por Bilardo y Echecopar; de rigor, otro esquema defensivo para poner freno a la potencia ofensiva del rival. El Real dominó desde el comienzo y sólo pasó algún sobresalto tras el descuento transitorio del tucumano Aguirre Suárez, que promediando el segundo tiempo la metió con un fuerte tiro libre de frente al arco. Sobre la hora, los españoles cerraron el partido de contragolpe y sentenciaron el 3-1.
Eliminado por Palmeiras en la definición de penales, el tercer puesto se definió contra el Atlético de Madrid, de nuevo a estadio lleno, tal la expectativa por ver al campeón del mundo vigente. Al igual que en el amistoso de la Euroamericana 2013, ahora con Simeone en el banco español y el regreso de la Brujita en cancha, el triunfo también se fue para La Plata; hoy con pilcha negra, ayer en España todo de blanco, 2-1 con doblete del Bocha Flores, el goleador albirrojo de la gira.
¿Cuál es el secreto del Estudiantes?, lo consultaron a Zubeldía en el final del vestuario. “No tiene ningún secreto: únicamente el trabajo. El que diga que hace milagros en el fútbol miente completamente o no sabe de lo que se trata”.

* Publicado en el número de febrero de Revista Animals!.